La teoría sueca del amor es un documental de Erick Gandini en el
que se muestra a través de algunas personas que forman este país que el hecho
de vivir en una sociedad increíblemente avanzada y eficiente no es sinónimo de
felicidad.
En la década de los 70, un grupo
de políticos llegó con la idea de formar una sociedad en la que las personas
fuesen completamente libres, es decir, donde no existiesen ataduras ni
dependencias de ningún tipo con otros
seres humanos. De esta forma se conseguiría llegar a que las relaciones humanas
fuesen auténticas pues para ello deben partir (supuestamente) de la
independencia entre las personas.
La creencia en la individualidad
ha marcado el mundo occidental desde hace tiempo y son los suecos los que han
sido capaces de transformar la creencia en realidad. El hecho de que se trate
de un país con un desarrollo económico satisfactorio permite que los individuos
puedan dedicar la mayor parte de sus preocupaciones a la realización personal.
¿Llegados a este punto no suena
tan mal, no? Pues bien, el problema está en que en algún momento, el objetivo
con el que se inició la idea se perdió del punto de mira y las personas
perdieron el interés por interactuar unas con otras, se encerraron en sí mismas
y decidieron evitar el contacto humano que no suponga nada para su proyecto
como individuos.
Como contraposición al país
escandinavo tenemos a Etiopía. Un cirujano que trabajó 30 años en el norte y
posteriormente se trasladó explica que en África las personas nunca están
solas, sus familias y amigos están siempre alrededor. Anteriormente, sus
compañeros le decían que no tenía nada que aprender, sin embargo, no era cierto
pues tuvo que ser enormemente innovador en cuanto a equipo y técnicas. Él mismo
nos dice ‘La necesidad espiritual en Suecia es incluso mayor que la necesidad
material aquí’.
En conclusión y tal como expone
el sociólogo polaco Bauman, al final de la independencia no se encuentra la
felicidad sino un vacío, una vida sin sentido y un increíble aburrimiento. La
felicidad no consiste en no tener problemas, sino en superar los retos que se
nos presentan y cuando el confort crece la posibilidad de superarlos se reduce.
Una vida segura y fácil puede terminar
convirtiéndose en una existencia vacía pues a medida que la independencia
aumenta porque tenemos provisiones para estar alejados del hambre, la miseria y
la pobreza, las capacidades para relacionarse con los demás decrecen. ¿Estamos
dispuestos a sacrificar la convivencia con los otros y en definitiva la
felicidad a manos del progreso y la vida sencilla?
Buena entrada, Raquel.
ResponderEliminarSaludos